
Criatura dulcísima, que fuiste
la única ribera, un dejo de idea,
la mano que entre las mías perduraba
No sé si me amabas, yo te amaba
y eso era todo, y era bastante,
y nuestros cuerpos obraban en su gloria.
y te sabía mi carne maravillada
y argumento negador de la nostalgia.
Tenías diecinueve años y la alegría a punto
y esperanza de mí en tus mejillas,
yo te intentaba nombres y otras caricias.
y alguien dirá de mí: he aquí un hombre
que moría como en un hogar en claros abismos.
¿Pero no encontrarán la paz, tus hombros,
tu olor entera penetrándome?
¿No leerán tu nombre con un hermoso pánico?