domingo, 7 de julio de 2024

(3) STALKER, de Andrei Tarkovsky (1979)

    
  Sentido y motivo
Lo que más destaca de la cinematografía de Tarkovski es su análisis pormenorizado de las emociones humanas. Su manera de considerar y evaluar nuestra psique es —a la par de excepcional— peculiar, porque ningún otro director de cine examina con tanta profundidad nuestras complejidades interiores. En una secuencia de la película, el escritor le espeta con tono irónico al científico: ¡Un aparato que investiga las almas humanas! ¡Un “almametro”! Pues bien, esta imaginaria herramienta la podríamos extrapolar a la cámara y al ojo observador del director soviético
La Zona —una especie de Ítaca, un paraíso lleno de peligros— funciona en el film como un mero pretexto, como una justificación para que el trío protagonista busque el sentido de la existencia. El onírico paisaje es el oráculo sobrenatural, la esperanza que les marca el camino para alcanzar a cualquier meta que se asemeje a la felicidad. 
El escritor y el científico son seres desesperados —como todos los que acuden a La Zona— en un mundo post-apocalíptico. Su pesimismo existencial les ha carcomido el alma y necesitan de un orden supraterrenal que les saque del pozo de pensamiento negativo en el que están sumidos.  Ambos son intelectuales con puntos de vista contrapuestos y con profundas y substanciales conversaciones (genial la que hace referencia al desenmascaramiento de la verdad por parte del oficio de físico y de escritor). Stalker es su guía, el único que les puede llevar al lugar donde podrán redimirse o morir. Tal orientador, aparte de dirigirles y aconsejarles en el arduo camino, está —también— lleno de dudas y precisa que los demás tengan algo en qué creer.  Las conversaciones de los tres son constantes reflexiones filosóficas acerca del sentido de la existencia. Late, además, una subrepticia metáfora del lugar con la existencia de Dios y la Fe: el peregrinaje espiritual para alcanzar una verdad que atormenta a los seres humanos.
La técnica y los recursos cinematográficos son asombrosos. El uso del color sepia y del color normal están ajustados muy inteligentemente a las pulsiones de los personajes. Por otra parte, la cámara se detiene, se desliza, se acerca o se aleja para dar una mayor profundidad a los sentimientos que van aflorando en las distintas escenas. 
El trabajo del realizador ruso es como un gran poema visual, lleno de apuntes filosóficos y mundanos muy interesantes, donde la angustia existencial mueve los hilos de las emociones de los protagonistas. Tarkovski reproduce como nadie nuestros temores más profundos.

STALKER. 1979. Color. 161 Min.
Dirección: Andrei Tarkovsky
Intérpretes:  Aleksandr Kajdanovsky, Alisa Frejndlikh, Anatoli Solonitsyn, Nikolai Grinko, Natasha Abramova, Faime Jurno
Guion:  Arkadiy Strugatskiy, Boris Strugatskiy, Andrei Tarkovsky. Novela: Arkadiy Strugatskiy, Boris Strugatskiy
Música: Eduard Artemyev
Fotografía: Aleksandr Knyazhinsky, Georgi Rerberg

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