martes, 23 de febrero de 2021

(3) BORG McENROE, de Janus Metz Pedersen (2017)


La vida en miniatura
¿Q hay detrás de esos deportistas que a menudo vemos en la televisión? Normalmente son como robots que, maquinalmente, sólo viven para competir. Sin embargo, parece algo fácil: sólo deben jugar a su deporte y vivir. Nada más lejos de la realidad. Para alcanzar la cima se necesita mucho esfuerzo y sacrificio; especialmente dominar la complejidad que supone el aspecto psicológico. Sí, al fin y al cabo, son personas humanas y, como tales, dudan, sufren y pasan episodios de alegrías y penas. 
Esta película se centra en el deporte del tenis, concretamente en la rivalidad que tuvieron Björn Borg y John McEnroe. Era 1980 y el tenista sueco llevaba cuatro Wimbledon consecutivos, podía hacer historia si se hacía con la quinta ensaladera. 
El mérito de esta obra es la capacidad de transmitir mediante una historia muy bien narrada, la inseguridad y emociones —como el miedo y la vulnerabilidad— de los protagonistas. Bajo un aspecto externo moderno y cosmopolita, casi como estrellas de rock, se escondían verdaderas luchas internas para poder controlar todas las dificultades que la mente les planteaba
Hay que destacar una inteligente planificación (muy encima de los personajes) y una eficiente utilización del flashback donde se explica la infancia de ambos. El espectador puede conocer, de esta manera, las complicaciones que tuvieron para formarse como jugadores (es chocante ver cómo Borg, canalizaba y gestionaba mal las emociones hasta el punto de ser igual de irascible que McEnroe). 
El film también resalta la importancia de dos elementos cruciales en el desarrollo de la formación de un deportista (extrapolable también a otros ámbitos de la vida). Uno sería el azar: ¿qué hubiera pasado si Borg se hubiera dedicado al Hockey o si lo hubieran echado de la escuela de tenis? ¿Y si el padre de McEnroe hubiera enfocado a su hijo más hacia los estudios? El otro sería la influencia de un formador (motivador) externo: en este caso, su entrenador. De este modo, es él quien ve que el niño tiene un talento innato y quien se lo lleva al equipo de Copa Davis. Es él quien le hace entender que todos sus problemas están en su mente y es él quien lo instruye psicológicamente, quien le enseña a gestionar toda esa rabia que saca por la boca, canalizándola en sus drives y reveses. 
Desde un punto de vista técnico la emulación deportiva tanto del juego de los tenistas (la manera de moverse en la pista, el swing, la forma de jugar, etc.) como la recreación del torneo de Wimbledon están muy conseguidos, lo que hace aumentar, más si cabe, su credibilidad
Por último, la interpretación también es significativa. Borg era el tranquilo, McEnroe el rebelde, pues bien, esos rasgos de la personalidad los transmiten ambos a la perfección. 
Como decía Andre Agassi en los títulos de crédito iniciales: “El tenis emplea el lenguaje de la vida: ventaja, servicio, falta, break, nada… cada partido es una vida en miniatura”. Y Borg McEnroe es una excelente película sobre la vida. Totalmente recomendable.
 
BORG McENROE. 2017. Suecia. Color. 103 Min.
Dirección: Janus Metz Pedersen 
Intérpretes: Sverrir Gudnason, Shia LaBeouf, Stellan Skarsgard, Tuva Novotny, Marcus Mossberg, Leo Borg, Robert Emms, Ian Blackman, James Sobol Kelly, Jackson Gann
Guion: Ronnie Sandai
Música: Vladislav Delay, Jonas Struck
Fotografía: Niels Thastum