jueves, 26 de noviembre de 2020

(4) PARIS, TEXAS, de Wim Wenders (1984)

Errores y redención
Paris, Texas, al igual que su desértico y asilvestrado paisaje, es un relato turbulento por el que desfilan personajes peculiares que van desde el extravagante médico hasta, —el anulado, amnésico, apático, desorientado y con la sensación de no encontrar sentido a su existencia— Travis
Wenders nos hace reflexionar acerca de los errores que cometemos en la vida en una historia de redención trufada de sentimientos y emociones carentes de resolución. Con una carta de presentación enigmática —plasmada a través de su protagonista deambulando por el desierto de Mojave— comprendemos que estamos ante una estructura narrativa en la que todo está por descubrir. Es inevitable la identificación con su hermano Walt cuyo interés y afán por saber es compartido por el espectador, es más, la vida de Travis tomará un cariz diferente con su llegada pues, a partir de entonces, su objetivo girará en torno a su Ítaca particular, Paris, esa parcela con la que soñará compartir su vida con su esposa e hijo. 
Un remanso profundo de sinceridad y de gran intensidad emocional supone la escena del antro del peep-show, donde queda reflejada su relación tormentosa que desembocó en una ruptura familiar con unas consecuencias funestas, dejando unas huellas indelebles en el interior de cada componente. 
En definitiva, un film magistral, una auténtica maravilla visual y con una genial e hipnótica BSO de Ry Cooder con su constante slide guitar. Destacar la fotografía, el guión de Sam Sheppard y la excelente interpretación de Harry Dean Stanton .
 
PARIS-TEXAS. 1984. Estados Unidos. Color. 144 Min
Dirección: Wim Wenders
Intérpretes: Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski, Dean Stockwell, Aurore Clément, Hunter Carson, Bernhard Wicki, Socorro Valdez, John Lurie, Sally Norvell, Sharon Menzel, Tom Farrell, Viva
Guion: Sam Shepard
Música: Ry Cooder
Fotografía: Robby Müller

sábado, 21 de noviembre de 2020

(4) LA RODILLA DE CLARA, de Éric Rohmer (1970)

 La complejidad del ser humano
Un encuentro inesperado —el de un par de amigos— da el pistoletazo de salida a esta historia de pensamientos, dudas y contradicciones alojadas en la mente de los seres humanos. Aurora, escritora, presenta a los propietarios de la casa donde se encuentra como inquilina a Jerome (diplomático), quién está pasando sus últimos días como soltero porque va a casarse en breve. Ella le propone un juego con el objeto de utilizarle como cobaya para sus novelas. Laura, la hija de la propietaria de quince años, parece estar enamorada de Jerome y la novelista le instigará para intentar conquistarla. A partir de ahí, comienza a fluir una relación intergeneracional donde se observan las distancias y las cercanías entre la madurez y la adolescencia. 
Sin embargo, el punto de inflexión viene cuando Jerome conoce a Claire, la hermanastra de Laura. Una vez éste comienza a interrelacionarse con ella se da cuenta de que sus pensamientos empiezan a entrar en conflicto. Así, aunque se le ve muy seguro en sus afirmaciones, en su interior es consciente de sus debilidades como hombre y como ser humano. Y es que la turbación le llega con Claire: un interés no correspondido que aumenta su deseo por ser tenido en cuenta. Rohmer hace aquí una interesante reflexión acerca de la dificultad por alcanzar la fidelidad por parte del ser humano. Jerome en sus tertulias con Aurora no hace más que justificar sus actos y pensamientos. Sin embargo, el film deja bien claro que lo que domina en la psicología humana son los claroscuros, conceptos sin definir que pugnan por salir airosos en nuestro cerebro. 
La rodilla de Claire, será el elemento fetichista y obsesivo que actuará como canalizadora en la búsqueda de la identidad de Jerome en los aspectos amorosos, sexuales y querenciosos. En realidad, la obra nos viene a decir que nuestra existencia está envuelta de microcrisis y es en la adultez cuando se acentúan más aun las inseguridades
En definitiva, esta quinta película de los Cuentos Morales de Rohmer es un estupendo retrato de la vida misma que cuenta con unas bellísimas imágenes y paisajes (magistral fotografía de Nestor Almendros), acompañado por unos excelentes sonidos de la naturaleza.
 
LE GENOU DE CLAIRE. 1970. Francia. Color. 105 Min
Dirección: Éric Rohmer
Intérpretes:Jean-Claude Brialy, Béatrice Romand, Aurora Cornu, Laurence de Monaghan, Michel Montel, Gérard Falconetti, Fabrice Luchini  
Guion: Éric Rohmer
Música: Varios
Fotografía: Néstor Almendros

lunes, 16 de noviembre de 2020

(3) TODOS A CASA, de Luici Comencini (1960)


 La guerra no ha terminado
Además de didáctica —pues pone de manifiesto lo que ocurrió a partir del armisticio entre Italia y las fuerzas aliadas en 1943— esta estupenda película conjuga a las mil maravillas el drama y la tragedia de la guerra. Aun así, Comencini es capaz de introducir magistralmente, y no con calzador, unas entrañables escenas cómicas. Sin embargo, como se ha comentado, la historia no esconde las necesarias escenas dotadas de momentos realmente duros: muertes crueles de personajes por los que el espectador se siente identificado. 
El resultado es una obra cercana al neorrealismo, antibelicista (grandes secuencias como las conversaciones con el soldado americano acerca de la importancia de la vida en detrimento de las contiendas) y un canto a la solidaridad con un fantástico plantel de actores encabezados por la gran personalidad del todoterreno Alberto Sordi. Su final —después del largo y sinuoso camino con intentos fallidos por regresar a casa— expone el cuento de nunca acabar: un mundo henchido de guerras interminables sustentadas por prohombres con delirios de grandeza.

TUTTI A CASA. 1960. Italia. Blanco y Negro. 105 Min
Dirección: Luigi Comencini
Intérpretes: Alberto Sordi, Serge Reggiani, Martin Balsam, Carla Gravina, Eduardo De Filippo, Claudio Gora, Didi Perego, Mario Feliciani
Guion: Agenore Incrocci, Furio Scarpelli, Luigi Comencini, Marcello Fondato
Música: Angelo Francesco Lavagnino
Fotografía: Carlo Carlini

sábado, 7 de noviembre de 2020

(4) ESTA TIERRA ES MIA, de Jean Renoir (1943)

Alegato pacifista
La emotividad que emana está fantástica película de Jean Renoir es inquebrantable. Recuerdo haberla visto en mi infancia y ya me transmitió todas las buenas vibraciones que he experimentado en éste último visionado. This Land is Mine no es solo un alegato a favor de la libertad y los derechos humanos (huelga comentar el merecido ajuste de cuentas que le aplica el film al archiconocido salvajismo del período del Tercer Reich), sino que va mucho más allá, pues también aborda distintos aspectos de la personalidad de nuestro ser. Esto se puede ver en el carácter timorato de su protagonista, Albert Lory, un maestro de escuela de mediana edad e influenciado por una madre posesiva que vive acobardado en un mundo sombrío acechado por el peligro constante de la ocupación nazi. A Albert le cuesta expresar sus emociones y es ahí donde el director realiza una interesante radiografía de sus conductas y cogniciones. El hecho de no sentirse capaz de expresarse y mostrarse al mundo tal como es —a causa, especialmente, del yugo maternal— da como resultado un hombre apagado, con mucho talento cultural latente, pero sin desarrollar su potencial debido a esa oscura y acuciante autocensura que se inflige. ¿Cómo luchar, pues, por ese amor que siente hacia esa mujer mucho más joven que él? Las evidentes injusticias que suceden en la historia van esculpiendo una atractiva metamorfosis en Albert hasta llegar a la memorable escena final; una oda al cine, a la vida y a la libertad del ser humano. 
Dicho análisis de la personalidad humana continúa mientras van desfilando los personajes en la trama. Así, nos topamos con la insidia del Mayor Erich von Keller, con la cobardía de George Lambert, con la exasperante displicencia del alcalde, con la celotipia y sobreprotección de Mrs. Emma Lory y con la inteligente valentía de Kent, el hermano de la profesora. En definitiva, un sinfín de naturalezas, ejemplos perfectos de los contextos históricos, sociales y culturales que han acaecido a lo largo de los siglos. 
Grandísimo guion y magistral interpretación de Charles Laughton en una película que engancha desde el primer momento. Didáctica e imprescindible.
 
THIS LAND IS MINE. 1943. Estados Unidos. Blanco y Negro. 103 Min
Dirección: Jean Renoir
Intérpretes: Charles Laughton, Maureen O'Hara, George Sanders, Walter Slezak, Kent Smith, Una O'Connor, Philip Merivale, George Coulouris, Thurston Hall, Nancy Gates, Ivan Simpson, John Donat
Guion: Jean Renoir, Dudley Nichols
Música: Lothar Perl
Fotografía: Frank Redman