sábado, 28 de agosto de 2021

(3) LIRIOS ROTOS, de D.W. Griffith (1919)


La búsqueda de la armonía en ambientes sórdidos
José Mujica el político uruguayo fue presidente de su país entre 2010 y 2015. Durante esos años —tal como reza su lucha cotidiana— intentó construir un mundo justo e igualitario. Sin embargo, se topó en su particular viaje hacia Ítaca, con el monstruo de la oligarquía. Una historia más de una persona valiente que aparca sus intereses individuales para dar un servicio a la humanidad. Pensemos en aquellos que, de alguna manera, han pretendido cambiar el mundo y en la multitud de trabas —a veces hasta la muerte— que se han encontrado en su ardua tarea. 
A Cheng Huan le pasó algo parecido. Independientemente de la forma, el fondo era el mismo; ayudar al prójimo y, en definitiva, mejorar la sociedad en el contexto histórico que el azar le había procurado. Su misión era algo inaudito, esto es; amplificar el bien más allá de su propio territorio, algo así como una especie de globalización de la bondad. Con todo, también se encontró con el desencanto de un entorno hostil repleto de egoísmo y perfidia. 
La historia del “hombre amarillo” se cruza con la de dos polos opuestos: por una parte, la cobardía y malignidad del padre boxeador Battling Burrows y por otra, la de la dulzura y debilidad de la hija Lucy Burrows. Ambos representan la contraposición de dos mundos y la lucha de los contrarios: sensibilidad contra frialdad, delicadeza contra grosería, ternura contra rabia y mansedumbre contra agresividad. Betting Burrows simboliza la oscura frustración ante el afrontamiento de las circunstancias. Como consecuencia, su energía tóxica será arrojada contra su hija, quien tendrá que soportar un calvario diario. 
Cuando Cheng y Lucy se encuentran se produce una especie de reacción química donde brota la espontaneidad, el amor, la solidaridad y el goce por la vida. A pesar de que asistimos al inevitable rompimiento de los lirios, los efluvios metafóricos y poéticos —acompañados de un constante halo de tristura— sobrevuelan en este canto a la benignidad. En definitiva, un bello film que impacta por su juego de imágenes y sus trabajadas interpretaciones (especialmente la escena del armario). A destacar su manifiesta repulsa a la xenofobia y, sobre todo, su mensaje, mostrado al inicio en los créditos: “todos tenemos un poco de Batalladores Burrowus” que invita a la reflexión de la misma manera que las enseñanzas de Mújica lo hicieron.

BROKEN BLOSSOMS. 1919. Estados Unidos. Blanco y Negro. 90 Min.
Dirección: D.W. Griffith
Intérpretes: Lillian Gish, Richard Barthelmess, Donald Crisp, Arthur Howard, Edward Peil Sr., George Beranger, Norman Selby
Guion: D.W. Griffit, Thomas Burke
Música: Martin Achenbach
Fotografía: G.W. Bitzer

sábado, 14 de agosto de 2021

(3) LA PIANISTA, de Michael Haneke (2001)

La imprecisa y desconcertante funcionalidad humana
Nuestras pulsiones, deseos y emociones enterradas debajo de una flamante capa cubierta de cultura e intelectualidad, como un sustrato de inseguridades latentes que pugnan por asomarse a la superficie. Así podríamos definir la perturbadora propuesta de este controvertido y valiente director austriaco quién, a través de una planificación sobria, fría y contundente, muestra un entramado de rasgos y cualidades humanas indescifrables a los ojos de cualquier intento de observación objetiva. 
La influencia de una madre excesivamente controladora y, por ende, castradora, bloquea la libertad interior de cualquier persona. Después, una amalgama de afecciones y pasiones escondidas jugarán con la posibilidad de salir al exterior con un incierto funcionamiento. 
Erika, profundamente disoluta, extrae de la chistera sus bajas pasiones a un enamorado Walter, cuya tortuosa relación le obligará a enfrentarse a sus demonios. 
Enfermiza y decepcionantemente real. Haneke lo consigue una vez más; nuestras conciencias quedan removidas y la incomodidad que sentimos, a lo largo del metraje, queda huérfana de respuesta.

LA PIANISTE. 2001. Francia. Color. 126 Min.
Dirección: Michael Haneke
Intérpretes: Isabelle Huppert, Benoît Magimel, Annie Girardot, Anna Sigalevitch, Susanne Lothar, Udo Samel
Guion: Michael Haneke. Novela: Elfriede Jelinek
Música: Martin Achenbach
Fotografía: Christian Berger

domingo, 8 de agosto de 2021

(2) LUCES DE VARIEDAD, de Federico Fellini y Alberto Lattuada (1950)


Variedades interpersonales
La ópera prima que Federico Fellini codirigió junto Alberto Lattuada es un correcto retrato de los escollos experimentados por las actrices y actores de las compañías ambulantes de variedades (varietés) de mediados del siglo XX en Italia. Nómadas que viajan sin rumbo fijo a cambio de unos escasos beneficios que, por lo menos, les permitan sobrevivir. 
En la obra se muestra la vida cotidiana de la época, así como en el contexto de la industria teatral donde los grandes empresarios tenían el control de las grandes representaciones. Además, ambos directores se adentran en el estudio de las relaciones personales del grupo actoral. Checco (Peppino de Filippo); mujeriego donde los haya, tiene como pareja a Melina (Giulietta Masina); enamorada locamente de él, pero al mismo tiempo defraudada tras la llegada a la compañía de Lily (Carla del Poggio) cuyo único objetivo será llegar a lo más alto en la escena del espectáculo, estando incluso dispuesta a hacer cualquier cosa por conseguirlo. Así, la instrumentalización de Checco por parte de Lily, será el motor del film ya que, desde la llegada de ésta, el funcionamiento del grupo cambiará radicalmente. 
Luci del Varietà es una acertada visión por parte del tándem Fellini-Lattuada del espectáculo de variedades por dentro, de la Italia postguerra y de las relaciones humanas. Su poso tierno, cómico e irónico nos anuncia la maquinaria venidera del universo felliniano. Esta obra también fue un referente e inspiradora de películas de la misma temática como Cómicos, de Juan Antonio Bardem y El viaje a ninguna parte, de Fernando Fernan-Gomez.
 
LUCI DEL VARIETÀ. 1950. Italia. Blanco y Negro. 93 Min.
Dirección: Federico Fellini y Alberto Lattuada
Intérpretes: Peppino De Filippo, Carla del Poggio, Giulietta Masina, John Kitzmiller, Dante Maggio, Checco Durante, Gina Mascetti, Giulio Cali, Folco Lulli
Guion: Alberto Lattuada, Tullio Pinelli, Federico Fellini
Música: Felice Lattuada
Fotografía: Otello Martelli
 

(2) STARDUST, de Gabriel Range (2020)

Los miedos de un artista
Esta obra se centra en un espacio de historia concreto de la carrera de David Bowie. Por aquel entonces promocionaba su segundo disco —el magnífico "The Man Who Wold The World"— pero encontró muchas dificultades a la hora de conseguir el éxito en tierras americanas, quedando, así, como artista de segunda fila. 
Podríamos decir que el film no profundiza en absoluto en el genio musical que el cantante londinense era, sino más bien al contrario, porque Stardust es una aproximación analítica de la locura. Esta enfermedad mental afectaba a un buen número de miembros de su familia y, de alguna manera le atormentaba. Bowie tenía más que miedo, pavor, de ser una víctima más
No es para mí un biopic al uso y, en ese aspecto, el fan puede quedar decepcionado: no hay música de él ni ninguna alusión a su proceso creativo. Es inevitable, pues, que haya una especie de desconexión entre la propuesta y el espectador. Ahora bien, no podemos negar sus aspectos interesantes, que los tiene. Y es que las estrellas de rock, como seres humanos que son, también tienen sus dudas y sus miedos. 
 
STARDUST. 2020. Reino Unido. Color. 109 Min.
Dirección: Gabriel Range
Intérpretes: Johnny Flynn, Jena Malone, Marc Maron, Aaron Poole, Roanna Cochrane, Anthony Flanagan, Lara Heller, Jorja Cadence
Guion: Christopher Bell, Gabriel Range
Música: Anne Nikitin
Fotografía: Nicholas d. Knowland