lunes, 28 de febrero de 2022

(2) ¡VIVEN!, de Frank Marshall (1993)

Con forma, pero sin fondo
Desde un punto de vista formal poco hay que reprochar a este trabajo, un relato sobre el accidente que sufrieron un grupo de jugadores del equipo nacional de rugby de Uruguay, cuyo avión se estrelló en medio de la cordillera de los Andes en octubre de 1972. Efectivamente, la película está bien rodada, bien facturada (las secuencias del accidente aéreo son sobrecogedoras) y con una música ad hoc para intensificar las emociones. Sin embargo, todo es demasiado "políticamente correcto", dulcificándose los aspectos más descarnados que acaecen en las terrible y traumática experiencia que padecieron, incluso algunos superviviente parecen de diseño. Eso sí, la película sabe mantener el ritmo y la tensión. Esta agilidad, junto con el sostén de una historia (encomiable su resistencia y lucha por la sobrevivir) que ya de por sí despierta interés, hacen que la película, al menos, se deje ver.
 
ALIVE! 1993. Estados Unidos. Color. 123 Min.
Dirección: Frank Marshall
Intérpretes: Ethan Hawke, Vincent Spano, Josh Hamilton, Bruce Ramsay, John Newton, David Kriegel, Illeana Douglas, Josh Lucas, Kevin Breznahan, Sam Behrens, Jack Noseworthy, José Zúñiga, Christian J. Meoli, Michael DeLorenzo, Jake Carpenter, John Cassini, David Cubitt, Danny Nucci
Guion: John Patrick Shanley. Libro: Piers Paul Read
Música: James Newton Howard
Fotografía: Peter Hames

sábado, 26 de febrero de 2022

(3) EL BUEN PATRÓN (2021), de Fernando León de Aranoa

El equilibrio hipócrita del patrono
El abuso de poder y la creencia supremacista — únicamente por el simple hecho de ostentar una posición social acomodada— de tener un control sobre las vidas de los demás es uno de los ejercicios más abyectos que pueden existir en la humanidad. El respeto, entendido como el valor suficiente e indispensable para salvaguardar una imperecedera salubridad en las relaciones humanas es uno de los pilares fundamentales con los que se deberían basar las relaciones laborales. Sin embargo, desgraciadamente, todavía deambulan por el mundo laboral empresarios decimonónicos con el arcaico convencimiento de que el humanismo está confrontado con la rentabilidad en los negocios. 
A modo de sátira, Aranoa refleja en El buen patrón, estos comportamientos instalados en el subconsciente de un buen puñado de patronos. Comportamientos impregnados de un perverso capitalismo hipócrita. 
La película tiene un arranque un poco decepcionante porque como espectador da la sensación de estar delante de una simple comedia superficial, pero, afortunadamente, las dudas se van disipando a medida que avanza el metraje. La historia empieza a profundizar en los personajes y en las conductas sociales de determinados grupos (clase trabajadora, directivos, familias acomodadas, colectivos oprimidos) y especialmente en el nexo jurídico que existe entre empresario y trabajador. La falsedad, la sumisión, la injusticia, la lucha por los derechos, el engaño, las reverencias forzadas…, son conceptos que desfilan como parte de un entramado que indefectiblemente y, tal como la sociedad está montada, nos toca vivir a lo largo de nuestra existencia. 
En la obra, coexisten diferentes historias que entrelazadas conforman su producto final: el afán controlador de Blanco, la lucha reivindicativa de José, los problemas de Miralles con su mujer, el juego perverso de Liliana, el irreverente Khaled y, por último, el obrero Fortuna, su hijo y su grupo neonazi. Todo dirigido, vigilado y supervisado por el patrón a través de un sempiterno equilibrio (la metafórica balanza) cuyo objetivo es amasar riquezas y vivir una vida en modo imperial (algo que ocurre cuando la vanidad se convierte en una forma de vida). 
Por último, es importante resaltar el magnífico trabajo de Javier Bardem, demostrando —una vez más— su versatilidad actoral.

EL BUEN PATRÓN. 2021. España. Color. 120 Min.
Dirección: Fernando León de Aranoa
Intérpretes: Javier Bardem, Manolo Solo, Almudena Amor, Óscar de la Fuente, Sonia Almarcha, Fernando Albizu, Tarik Rmili, Rafa Castejón, Celso Bugallo, Yaël Belicha, Martín Páez, Daniel Chamorro, María de Nati, Mara Guil, Pilar Matas
Guion:  Fernando León de Aranoa
Música: Zeltia Montes
Fotografía: Pau Esteve Birba

(3) SU PROPIA VÍCTIMA (1964), de Paul Henreid

Odio y cainismo
Edith no sabía que la venganza se transformaría en justicia poética (o no tan poética) cuando empezó a maquinar su estrategia para asesinar y suplantar la personalidad de su hermana Margaret De Lorca. Ante ese comportamiento se abre para el espectador —si no un dilema ético— sí un problema de identificación: ¿apoyaríamos a algún personaje del film o, por el contrario censuraríamos, sus actitudes? Lo único que podemos afirmar es que no sabríamos cómo actuar ante un rencor latente como el que tuvo Edith durante tantos años. A decir verdad, en un principio podríamos acercarnos a ella por su condición de trabajadora y por ser víctima de una hermana carente de sentimientos y usurpadora del amor de su vida, pero nos iríamos alejando cuando inicia su siniestro plan. Sin embargo, nadie aprobaría a Margareth, menos aun cuando se descubre su ulterior maléfica añagaza. Por medio se encuentra el sargento Jim Hobson quién, ilusionado y enamorado de Edith, asiste a un desmoronamiento de sus expectativas con unas dudas que le consumen. 
Dead Ringer ofrece una mirada asilvestrada del odio, de la avaricia y del amor. Es una película muy bien narrada, inquietante y sugestiva con unos espléndidos actores; especialmente Bette Davies, quien personifica magistralmente el odio a través de sus gestos y su turbadora mirada

DEAD RINGER. 1964. Estados Unidos. Blanco y Negro. 115 Min.
Dirección: Paul Henreid
Intérpretes: Bette Davis, Karl Malden, Peter Lawford, Phil Carey, Jean Hagen, Bert Remsen, George Macready, Estelle Winwood, George Chandler, Ken Lynch, Cyril Delevanti
Guion:  Albert Beich, Oscar Millard. Historia: Rian James
Música: Andre Pervin
Fotografía: Ernest Haller

sábado, 12 de febrero de 2022

(3) EL HOMBRE BURBUJA "Nadando a crol" (2000)


Nadando en nuestro interior
Con visos de ménsula rapera, Nadando a crol ofrece un rock fascinante enmarcado en una sugestiva atmósfera de piezas lisérgicas y textos filosóficos, trascendentes, cáusticos y enigmáticos. 
“Cómprate un arma” ya nos habla del suicidio y del sentido de la vida a través de la ironía con un sonido entre zeppeliano y popero. “Crol” es, junto a “Baby Sol”, su mejor tema: magnífica e hipnótica con un recurrente, soberbio y potente bajo que, junto a la sugestiva voz de Julio de la Rosa, destapan un canto a la fe en uno mismo mediante tintes relativistas y existenciales. En “¿Por qué no?” con efectos de disco rayado de un DJ, el grupo nos invita a gozar del hedonismo y del coito como solución a los problemas mundanales. Acto seguido, con “Mi Rulot and I” —ritmos setenteros y grandiosos teclado— nos trasladamos a un llamamiento a la liberación personal, a disfrutar de la vida y a huir de los convencionalismos sociales que nos imponen. 
Para ahuyentar a los agoreros, la banda recurre a “Trece”; tranquila y suave melodía que reivindica el carpe diem. “Trampas” es una trepidante pieza rock donde habla de los peligros que nos podemos encontrar en nuestra existencia mediante las trampas tendidas por el poder. Continuamos con guitarras rockeras en “Al zar lo que es del zar” que nos conduce a la avaricia de los más acaudalados. 
Tras una especie de interludio, aparece la fantasía distópica, con aires de hip-hop, “Kill the Mosquito”, absolutamente corrosiva. Compases recurrentes en una suerte de sorna trascendente y finitud podemos encontrar en “Suda la Soga”. “Caprichosa” es un tema timorato y triste que aborda las distintas personalidades de nuestro ser (nuestro otro yo). “Sobras” —está todo, no sobra nada, ni tu ni yo, ni lo que tenemos—es una melodía inquietante que continua in crescendo hasta llegar a su punto álgido guitarrero. “Son tus fobias” psíquico tema cuyos sonidos break finales dan pie al magistral epilogo lisérgico y experimental de “Baby Sol”, una oda al sol con todas sus vertientes metafóricas en torno a su claridad y su luz: alucinante su parte final instrumental y progresiva.

Grabado en: -
Duración: 48:51
Canciones: 13
Sello discográfico: Everlasting Records, S.L.
Productor/es: -

sábado, 5 de febrero de 2022

(3) VAMPYR (1932), de Carl Theodor Dreyer

El miedo está en nuestra mente
Vampyr puede llegar a ser desconcertante en el sentido de estar observando unas imágenes que nos llevan constantemente a la confusión. Sin embargo, ese elemento distorsionador es su principal estímulo, pues va en consonancia con la atmósfera que dimana la obra
Dreyer propone —al igual que ese estado entre sueño y vigilia que experimentamos cuando no sabemos si estamos dormidos o despiertos—un film absolutamente onírico con pinceladas surreales y expresionistas. Su cautivadora imaginería pictórica, que viaja a través de la estremecedora utilización de las luces y las sombras, nos conduce a una extraña sensación de desasosiego y tensión. Y es que, desde los primeros compases, nos identificamos con su protagonista, con quien compartimos el afán por descubrir el terrorífico misterio que vaga a su alrededor. 
No sabemos si todo aquello que acaece es fruto de la imaginación de una cabeza obsesionada por los fenómenos sobrenaturales, si es algo real o, por el contrario, inexplicable. Simplemente avanzamos junto al personaje principal a través de la simbología (guadaña, movimientos de sombras…), de los pocos diálogos y de la música acuciante que refuerza a golpes de efecto el sobresalto general. 
Un film a caballo entre lo comprensible y lo ininteligible, entre el cine silente y el sonoro (rodada inicialmente como muda, se le añadieron posteriormente los escasos diálogos que contiene), entre la realidad y la ficción, entre lo consciente y lo inconsciente que, con su innovadora propuesta —una manera diferente de afrontar el lenguaje fílmico, mostrando imágenes a partir de la mente, perturbada o no, del protagonista— ha influenciado sobremanera en el cine posterior. 
Extraña, distinta, hipnótica y, especialmente, atractiva por alguna de sus impactantes escenas (en particular la del entierro de Allan Grey)

VAMPYR - DER TRAU DES ALLAN GREY. 1932. Alemania. Color. 68 Min.
Dirección: Carl Theodor Dreyer
Intérpretes: Julian West, Sybille Schmitz, Henriette Gérard, Albert Bras, Jane Mora, Maurice Schutz, Jan Hieronimko, Rena Mandel
Guión:  Carl Theodor Dreyer, Christen Jul. Novela: Joseph Sheridan Le Fanu
Música: Wolfgang Zeller
Fotografía: Rudolph Maté