sábado, 31 de octubre de 2020

(3) JOHNNY GUITAR, de Nicholas Ray (1954)

Western pasional
El ambiente sórdido que emana esta historia conjuga elementos que están estrechamente relacionados con el contexto social de una época. Años después de la guerra civil americana, los tiempos están cambiando y, en consecuencia, la población deberá adaptarse a tales circunstancias. La inminente llegada del ferrocarril despierta el emprendimiento de su protagonista. 
Lo que más llama la atención de este western innovador es el importante papel que juega la emancipación femenina. Dos personalidades fuertes pero diferentes; Vienna versus Emma, comparten una cosa en común; ambas son mujeres marcadas por el amor. Y es que Johnny Guitar es una película donde impera un sentimiento de intensa atracción emocional. Existe una relación a cuatro bandas formado por Vienna y Johnny (separados desde hace un lustro y unidos por el desesperante desencanto de no poder unir otra vez sus vidas), Dancing Kid (enamorado de Vienna, realiza sus acciones cotidianas a sabiendas que nunca ha sido —ni será— del todo correspondido) y, por último, Emma quién nunca superó el rechazo de Dancing Kid, es una mujer cruel con problemas de aceptación de sus propios sentimientos. 
Es importante destacar las contraposiciones que ofrece el film, esto es; el vacío legal de un período que da lugar a una violencia gratuita, el “machismo gallito” imperante, la soga, los ahorcamientos…, todo ello contrasta con el romanticismo sentimental que desprenden sus protagonistas. Un ejemplo de tal antagonismo es la escena de Vienna donde toca una bella pieza al piano a la espera de su potencial sentencia de muerte. 
Nicholas Ray plasma cada una de las características psicológicas y sociales confiriendo un interesante realismo agónico al desenlace de la trama. Hay que achacarle a la película algunas transparencias que resultan chirriantes, sin embargo, esto se compensa con una puesta en escena que le dota un aire cuasi desértico y con la utilización del color, los cuales, refuerzan su atmósfera opresora. Y, por último, destacar el gran trabajo actoral, especialmente la inmensa Joan Crawford quién imprime una personalidad abrumadora a cada una de las secuencias.
 
JOHNNY GUITAR. 1966. Estados Unidos. Color. 110 Min. 
Dirección: Nicholas Ray
Intérpretes: Joan Crawford, Sterling Hayden, Scott Brady, Mercedes McCambridge, Ward Bond, Ernest Borgnine, John Carradine, Royal Dano, Ben Cooper
Guion: Philip Yordan (Novela: Roy Chanslor)
Música: Victor Young
Fotografía: Harry Stradling Sr.

sábado, 24 de octubre de 2020

(3) NUEVE CARTAS A BERTA, de Basilio Martín Patino (1966)


Angustia existencial
En esta obra la cámara, trasunto de Lorenzo —su personaje principal—, actúa como un procesador cognitivo que va describiendo sus recuerdos, sensaciones y emociones. De regreso de Londres, éste encuentra la misma rutina de siempre; anclada en unas situaciones y lugares que le resultan desasosegantes con una Salamanca y un contexto social un tanto cerrado y gris. Añora a Berta, una chica de padres españoles que conoció en la ciudad británica, pero Lorenzo es preso de sus contradicciones. Los miedos e inseguridades, su juventud estudiantil enfrascada en una sociedad carente de libertad, sus desavenencias con su padre y con Mary Tere —su novia salmantina— y las aspiraciones por crecer, madurar y encontrarse a sí mismo, conforman los nueve episodios a modo de epístolas en su voz en off. 
Basilio Martín Patino utiliza un cine experimental y rompedor que se sale del cine convencional en lo que se denominó “Nuevo cine español”. De esta manera, las imágenes son de cariz innovador, con “secuencias de frenado” (ralentizados y congelados) que refuerzan el estado psicológico de su protagonista. Su propuesta rezuma modernidad y, tanto técnicamente como socialmente, es una película valiente y arriesgada, con sus referencias y guiños a las generaciones perdidas en España (el cartel de “Tierra sin pan” de Buñuel, el profesor exiliado, etc.). 
Diferente, vanguardista, amarga, pesimista, con aires de tristeza en una generación de jóvenes españoles nacidos después de la guerra que se debatían en la dualidad entre un ambiente opresivo y otro libertario.
 
NUEVE CARTAS A BERTA. 1966. España. Blanco y Negro. 92 Min. 
Dirección: Basilio Martín Patino
Intérpretes: Emilio Gutiérrez Caba, Elsa Baeza, Montserrat Blanch, Mary Carrillo, Antonio Casas, José María Casaux, Manuel Domínguez Luna, María Elena Flores, Rosa Fúster
Guion: Basilio Martín Patino
Música: Carmen A. Bernaola, Gerardo Gombau
Fotografía: Luis Enrique Torán

miércoles, 21 de octubre de 2020

(2) LA MATANZA DE TEXAS, de Tobe Hooper (1974)

Violencia directa
Producción absolutamente extraña y perturbadora que actúa como metáfora de un mundo teñido de violencia y destrucción del ser humano. Todo lo que aparece es extravagante, desde la manera de rodar hasta los personajes de la furgoneta (los aparentemente normales). 
La película, escalofriante y dotada de una alta tensión emocional, es un viaje al infierno en su casi hora y media de duración. Sin tapujos, sin rodeos, directa, La matanza de Texas, a pesar de sus carencias (diálogos, puesta en escena, factura fílmica…) es un digno producto del cine independiente americano que se convirtió en un film de culto con gran influencia posterior
Entre todas las imágenes —dentro de esa espiral de violencia del demente clan familiar— destacaría la escena donde a Leatherface (brazo ejecutor dominado por la figura del padre) se le escapa su víctima y, pese a eso, sigue dibujando en el aire, descontrolado, cortes con su motosierra: toda una representación de la locura, la psicopatía y el placer de matar.
 
THE TEXAS CHAINSAW MASSACRE. 1974. Estados Unidos. Color. 83 Min. 
Dirección: Tobe Hooper
Intérpretes: Marilyn Burns, Paul A. Partain, Edwin Neal, Jim Siedow, Allen Danziger, Gunnar Hansen, William Vail, John Dugan, Teri McMinn, William Creamer
Guion: Tobe Hooper, Kim Henkel
Música: Tobe Hooper, Wayne Bell
Fotografía: Daniel Pearl

martes, 20 de octubre de 2020

(3) SI ME BORRARA EL VIENTO LO QUE YO CANTO, de David Trueba (2019)

La resistencia en la dictadura
Las primeras imágenes del documental están extraídas del film Tillsammans (Juntos), de Lukas Moodyson —una coproducción entre Suecia y Dinamarca— donde se ve en el año 1975 a un grupo de suecos, niños incluidos, celebrando la noticia, que acaban de escuchar por la radio, de la muerte de Franco. Ya de por sí, está secuencia es absolutamente impactante. ¿Cómo es posible que unas personas, tan lejanas y ajenas a la idiosincrasia española, se alegren como si hubieran sido víctimas de su cruel y dictatorial régimen? 
David Trueba, a partir de la vida del cantautor Chicho Sánchez Ferlosio, trenza un interesantísimo documental donde nos da a conocer esta vinculación con el pueblo escandinavo. 
Aunque no lo pareciera, España no estaba del toda sola. Había muchas personas que estaban concienciadas con el último reducto fascista de Europa (después del derrocamiento de Salazar). Ya, anteriormente, hubo movilizaciones contra la pena capital de Julian Grimau y el estado español quedaba, una vez más, como la vergüenza de Europa. El documental muestra la conexión que hubo entre estos comprometidos comunistas del país sueco con la resistencia española y de ahí surgió el emblemático disco “Canciones de la resistencia española”. Un trabajo que realmente fue una odisea y un riesgo para aquellos que lo hicieron posible, pero que, gracias a su ímproba y valiente hazaña, queda como un documento que pervivirá eternamente. 
Prefiero no contar mucho más para no arruinar la sorpresa de su visionado. Sin embargo, sí que he de hacer constar que el director madrileño hace un impecable trabajo de investigación donde cuenta a través de sus entrevistas la compleja y atrayente personalidad de Chicho Sanchez Ferlosio, un personaje y una familia sorprendente si tenemos en cuenta que era hijo del falangista Sanchez-Mazas
Su manera de vivir, de enfrentarse al orden establecido y su poesía en forma de canciones nos muestra que estamos delante de un personaje realmente diferente. La obra de Trueba aparte de interesante y muy didáctica, nos motiva a estudiar más sobre ese periodo del país y de descubrir sus canciones y su tiempo. Vale la pena.
 
SI ME BORRARA EL VIENTO LO QUE YO CANTO. 2019. España. Color. 89 Min. 
Dirección: David Trueba
Intérpretes: Documental (Intervenciones de Chicho Sánchez Ferlosio)
Guion: Joan F. Losilla, David Trueba
Música: Chicho Sánchez Ferlosio 
Fotografía: Julio César Tortuero, Noemí de la Peña

Críticas de David Trueba:
Casi 40 (2018)

domingo, 18 de octubre de 2020

(4) EL ACORAZADO POTEMKIN, de Sergei M. Eisenstein (1925)


Monumental escena de la escalera
Esta célebre película está fragmentada en cinco partes que va desde la opresión que sufren los marineros del acorazado hasta su liberación del yugo zarista. Contextualizada en la fallida sublevación 1905 (preludio de la revolución de octubre de 1917), la película tiene unas innovadoras cualidades técnicas centradas su prodigioso montaje y en su soberbia puesta en escena. La secuencia de la escalera de Odesa es un monumento al cine en la cual el director ofrece, en diez minutos, el drama individual de algunos personajes, —con encuadres divididos— para mostrar una tragedia conjunta
En cada una de sus cinco partes los oprimidos van tomando conciencia de su clase y conforme avanzan los acontecimientos, su metamorfosis llega hasta la revolución. Así la obra empieza con “Hombres y gusanos”; donde los marineros empiezan a rebelarse ante las condiciones infrahumanas a las que les están sometidos. En “Drama en la Bahía” la muerte de Vakulinchuk será el detonante para que, en su tercera parte; “Un muerto pide justicia” la población se agrupe para la lucha. “La escalera de Odessa” muestra la represión por las tropas zaristas y, en su última pieza, “Encuentro con la flota” dará pie a que todos se unan al grito de: ¡Hermanos!, pues los barcos destinados a interceptar al Potemkin deciden unirse a su causa y no abrir fuego. 
El acorazado Potemkin fue un encargo del gobierno soviético al joven Eisenstein. A pesar de ser un trabajo propagandístico, este film es uno de las más estudiados en las escuelas de cine por su particular técnica. Su mensaje revolucionario y de unión de los oprimidos supuso que la cinta fuese prohibida en distintos países. 
Polémicas aparte, el realizador ruso supo dotar a su encomienda, —combinando hechos reales con ficticios— de un guion estructurado que, dejando de lado su notoria ideología, fue un llamamiento para levantarse ante las injusticias a través de unas secuencias e imágenes imperecederas en la historia del cine.
 
BRONENOSETS POTYOMKIN. 1925. URSS. Blanco y Negro. 77 Min. 
Dirección: Sergei M. Eisenstein
Intérpretes: Aleksandr Antonov, Vladimir Barsky, Grigori Aleksandrov, Mikhail Gomorov, Ivan Bobrov, Aleksandr Levshin, Konstantin Feldman
Guion: Sergei M. Einsenstein, Nina Agazdzhanova
Fotografía: Eduard Tissé, Vladimir Popov

martes, 13 de octubre de 2020

(3) LA MORT DE GUILLEM, de Carlos Marques-Marcet (2020)


Crimen político
Los delitos de odio y contra la ideología de las personas es un asunto que cualquier estado democrático debería erradicar -o, al menos, penalizar- para administrar justicia. La realidad es que los hechos que muestra este trabajo son francamente ignominiosos. Debemos tener en cuenta que han pasado casi treinta años y, de sus asesinos, el que más tiempo ha pasado en prisión, ha sido sólo cuatro años (a Pedro Cuevas, le cayó una pena de reclusión menor, pero se la aminoraron por buena conducta). A este fascista lo detuvieron en 2005 por pertenecer a un grupo neonazi de carácter paramilitar (lo absolvieron) y, para escarnio de la democracia española, se presentó a las elecciones de 2007 en Chiva por Alianza Nacional (AN): ¿cómo es posible que partidos fascistas y nazis, con asesinos al frente, se puedan presentar a las elecciones y, por el contrario, haya presos políticos en la cárcel? 
Si en el cortometraje Ni oblit, ni perdó (2019) ya se hacía patente la impotencia que tenía que sufrir su familia una vez pasado los años (con las hermanas y los padres mucho más mayores), ante la extorsión fascista, en este largometraje —además de exponer el duelo y el calvario familiar— se hace un recorrido sobre la vida de Guillem con montajes y fotografías de su infancia, aportando un buen puñado de imágenes de archivo del panorama político del Estado Español desde que murió el general Franco. 
La película —con unas soberbias interpretaciones, especialmente de la pareja protagonista, que le imprimen más realismo al relato— tiene la virtud de cuidar los detalles al máximo: los silencios, las pausas, las miradas, la silla en la mesa de Guillem… Algo así como una especie de tristeza, dolor, rabia y melancolía ante su ausencia y la injusticia constante que les rodeaba. Carlos Marques-Marcet usa muy inteligentemente una puesta en escena austera y humana donde, en cada gesto y en cada escueta palabra, se comprende todo lo que se respiraba en el ambiente reinante de la época, además de todo lo que pasaba por la psicología de los personajes. 
La obra va alternando entre momentos de ficción y grabaciones en la televisión tanto del juicio como de la misma familia, haciendo una mezcla entre película y documental. Cabe destacar la acertada utilización de música valenciana con poemas de Vicent Andres Estelles, la Muixeranga o del magistral disco de Al Tall, "Quan el mal vé d’Almansa…" que conecta especialmente con los hechos que le ocurren a Guillem (más de tres siglos de persecución): abarcar la muerte por el simple hecho de tener una identidad propia y una cultura diferente. 
Los padres quieren saber qué ha pasado, quieren averiguar qué hay detrás de todo ello. El padre de Guillem hace un trabajo de investigación casero y se da cuenta que detrás de la muerte de su hijo existe un grupo activista fascista, nazi y xenófobo que trata de eliminar todo aquel que no piensa como ellos. En este sentido la cinta hace una clara denuncia a la trama fascista que, desde hace décadas, lleva al frente José Luís Roberto, político de extrema derecha, con total impunidad. 
No faltan las discordias, normales y comprensibles en los procesos de duelo, tras el asesinato. La madre quiere ir más allá y hacer constar que Guillem no era sólo un animal político, sino que también tenía otras condiciones admirables y cotidianas como cualquier ser humano: le gustaban las croquetas de su madre, era nadador, era muy querido por sus amigos…, los padres luchan contra la impunidad, se frustran ante la inmovilidad de los políticos (cuando visita su amigo del PSOE y le reprocha que les hagan el juego a los fascistas) e intentan, día tras día, superar la muerte de su hijo. 
Pero la muerte de Guillem Agulló no ha sido en vano, porque su aportación en vida y la lucha de su familia hará una sociedad mejor, proclamando un canto a la vida y una tumba al fascismo. Tal como dijo su madre: "Nosotros tenemos un hijo muerto que vivirá para siempre, pero ellos (los padres de los asesinos) desgraciadamente —seguramente sin saberlo— engendraron, hace unos veinte años, a la muerte ".
 
LA MORT DE GUILLEM. 2020. País Valencià. Color. 95 Min. 
Dirección: Carlos Marques-Marcet
Intérpretes: Pablo Molinero, Jordi Ballester, Belén Riquelme, Carles Martínez, Gloria March, Yani Collado, Diego Braguinsky, Mar Linares, Betlem Agulló
Guion: Roger Danès, Alfred Pérez Fargas
Música: Tarquim
Fotografía: Álex García

sábado, 3 de octubre de 2020

(4) UNA JORNADA PARTICULAR, de Ettore Scola (1977)

Un día de libertad
La obra muestra un punto de encuentro entre dos universos oprimidos: uno por la situación política reinante, amén de los problemas que acarreaba la orientación sexual de él y, otro por el contexto familiar y doméstico asfixiante de ella. Ambos están encarcelados en sus propios submundos cuando, la casualidad y el azar (el loro que se escapa de su jaula para colocarse en la ventana cercana del vecino) dan la oportunidad para comenzar una experiencia catártica y rehabilitadora. La visita del Führer a Roma actúa como un trasfondo acuciante (la música y la retransmisión radiofónica) que refuerza todavía más la atmosfera angustiosa que destila la situación de cada personaje. 
Antonietta vive subyugada entre las cuatro paredes de la casa que tiene que llevar, junto con sus seis hijos y un marido, totalmente ajeno a ella, que la utiliza para los quehaceres de la casa y para su satisfacción sexual. Una vez el periodista le abre las puertas de su casa y de su vida, encuentra una vía de escape y una alternativa a la continua opresión a lo largo de su vida de casada. Gabriele, también, aherrojado por las sombras fascistas imperantes, ve muy difícil (sobre)vivir con su condición de homosexual y poder continuar labores periodísticas (fue expulsado de su trabajo por “actitudes depravadas”). 
Dentro de la sinergia entre ambos, existen conflictos ante la inviabilidad de encadenar sus sentimientos, porque esta película es, sin duda, una historia de amor imposible. Y, de esta manera, va pasando la jornada particular, tan particular que para los dos supone un despertar, un paraíso finito donde poder bañarse en las aguas de la amistad y del amor. 
Fantástica la puesta en escena, los planos cinematográficos, los detalles (las calzas agujereadas, los retoques delante del espejo para ponerse guapa, el recogimiento de los granos de café…) y los movimientos de cámara, con unos inmensos Marcelo Mastroianni y Sophia Loren y un final clarificador donde se cierra el círculo iniciado para volver, cada uno, a su celda particular.
 
UNA GIORNATA PARTICOLARE. 1977. Italia. Color. 105 Min. 
Dirección: Ettore Scola
Intérpretes: Sophia Loren, Marcello Mastroianni, John Vernon, Françoise Berd, Patrizia Basso, Nicole Magny
Guion: Ruggero Maccari, Ettore Scola
Música: Armando Trovajoli
Fotografía: Pasqualino de Santis