Mentiras hirientes
Desde un punto de vista psicológico, la personalidad de Enric Marco es muy interesante. Efectivamente, si dejamos constante todo el mal que hizo, podemos afirmar —sin ningún género de dudas— que se trata de una personalidad digna de estudio. El hecho de indagar qué procesos mentales se generaron dentro de su cerebro para inventarse una mentira de ese calibre y, además, creérsela hasta la muerte, debe de ser muy apasionante, la verdad. Porque el personaje en cuestión tenía talento. Y tanto que lo tenía: capacidad de oratoria, habilidades sociales para estremecer a los demás y mucha solvencia organizativa. Como se sabe, todo el mundo tiene sus potencialidades, y Enric las aprovechaba al máximo (cabe decir que no en el lugar equivocado, pero sí con unas consecuencias inefables para terceras personas).
El hecho de ser presidente de la Amical de Mauthausen de España y de dar un gran número de charlas didácticas sobre su supuesta vivencia en los campos nazis (afirmaba que era un superviviente del campo de concentración de Flossenbürg) es tan sobrecogedor como desconcertante. Enric era una especie de mentiroso compulsivo y patológico, y su comportamiento solo se explica a través de un trastorno psicológico subyacente que arrastraba a lo largo de toda su vida. Porque, en realidad, Marco engañaba a todos: al mundo en general, a su esposa (le oculta que hace años tuvo una familia y un hijo) y a su propia hija. Al ser descubierto y reprobado por la sociedad (la reprimenda de la hija es de órdago), uno pensaría que se arrepentiría y que, de alguna manera, intentaría reparar todo el daño que causó. Pero no, él sigue justificando que su conducta era para defender y dar voz a los deportados.
Hay escenas clarificadoras de su poder de convicción y de manipulación (la comida en la que Enric deja entrever su intención de dar el discurso en Mauthausen y Pere le recrimina que debería ser alguien que realmente hubiera estado allí), de su obstinación después de ser descubierto (el enfrentamiento con Javier Cercas) y de cómo se forja su personalidad rodeada de falsedades (su anterior familia).
Marco es un filme muy interesante, bien narrado y con una interpretación —una vez más— magistral de Eduard Rodríguez. Esta historia, a través de sus imágenes, transmite una especie de desasosiego porque, sin quererlo, como espectador, te pones en la piel del protagonista. Y sufres, porque te das cuenta de que, tarde o temprano, descubrirán el fraude. Y cuando ocurre, deseas que la tierra te trague. Enric —impostor y peculiar—, como bien sabemos, hace todo lo contrario.
MARCO. 2024. España. Color. 98 Min.
Dirección: Aitor Arregi i Jon Garaño
Intérpretes: Eduard Fernández, Nathalie Poza, Chani Martín, Sonia Almarcha, Fermí Reixach, Júlia Molins, Vicente Vergara, Jordi Rico
Guion: Aitor Arregi, Jon Garaño, José Mari Goenaga, Jorge Gil Munárriz
Música: Aránzazu Calleja
Fotografía: Javier Agirre Erauso
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