domingo, 18 de septiembre de 2022

(3) ALCARRÀS (2022), de Carla Simón

Queremos vivir de la tierra
El largo camino recorrido desde la infancia hasta la mayoría de edad se traduce en un continuo donde la fantasía, la imaginación y la ingenuidad pasan de un color fuego rojizo a otro gris y apagado. Son las fases que tenemos que pasar a lo largo de nuestras vidas —a veces llenas de júbilo— pero, a la vez, henchidas de una sinuosidad que agota y hace añicos nuestro físico y nuestra alma. 
La propuesta de Carla Simón es un retrato familiar en el que se refleja el paso de la vida y nuestros actos de la voluntad para, con ellos, luchar ante las adversidades que, desgraciadamente, siempre nos abrazan. Y es que en el filme está todo: la inocencia de los niños, los sueños de la adolescencia, las preocupaciones de la adultez y el esfuerzo del abuelo, en su senectud crepuscular, por alcanzar una especie de canto del cisne. 
La noticia que recibe la familia Solé —que llevan durante generaciones trabajando y cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs (pequeña localidad rural de Cataluña)— cuando les comunican que deben abandonar las tierras por parte de los Pinyol, hace tambalear todos sus proyectos y su tranquilidad. A partir de entonces comenzarán a fluir preocupaciones, conflictos, enojos y una angustia que será para todos muy difíciles de gestionar. 
Hace mucho tiempo atrás, era diferente. Era cuando la palabra tenía más valor que cualquier papel, cuando la confianza entre los vecinos era de una hermandad suprema y cuando las comunidades se apoyaban mutuamente. Al abuelo se le cae el mundo encima cuando se entera de que, por no hacer ningún trámite burocrático, perderán las tierras. Son tiempos de cambio y a algunos miembros de la familia se les ofrece trabajar como instaladores de paneles de placas solares, sin embargo, para Quimet, el padre de familia, el oficio de payés forma parte de la sangre de su ascendencia y difícilmente se le podrá hacer cambiar de opinión. En este punto se plantea la dicotomía entre la tradición y la adaptación a los nuevos tiempos: aquí la cinta hace un guiño a los valores tradicionales que nunca deberían perderse. Piensa Quimet, el padre de familia, que si se respetara el trabajo y las tierras de los agricultores la situación sería distinta. Por eso la denuncia está presente en el film (genial la secuencia de la manifestación frente a la gran distribución) donde los campesinos se unen contra el gobierno. 
Alcarràs es una reivindicación del oficio de labrador y todo su entorno entendido como una filosofía de vida (la naturalidad de la cámara con los personajes y los paisajes es francamente abrumadora). Es complicado sacar de cuajo una idiosincrasia tan arraigada, por eso la película tiene esa mirada realista y naturalista: de un microcosmos que de tan pequeño llena la vida de quienes la componen, porque dentro de esa miniatura se encuentra uno muchas posibilidades, entre ellas la de trabajar la tierra, de cuidarla, de alimentarla... Una tierra que después te devolverá lo que le has dado: amor, una manera peculiar de vida y alimento para sobrevivir. Y también, Alcarràs, es un canto a la familia entendida como una unidad comunitaria y solidaria que comparte una lucha y un trabajo y donde, por supuesto, los conflictos brotarán, pero el amor permanecerá como la conexión del abuelo con su nieta y la canción antigua como hilo conductor.

ALCARRÀS. 2022. España. Color. 120 Min.
Dirección: Carla Simón
Intérpretes: Jordi Pujol Dolcet, Anna Otín, Xenia Roset, Albert Bosch, Ainet Jounou, Josep Abad, Montse Oró, Carles Cabós, Berta Pipó
Guion:  Carla Simón, Arnau Vilaró
Música: Andrea Koch
Fotografía: Daniel Cajías

Críticas de Carla Simón (clicar en este mismo enlace para leerlas):  
Verano 1993 (2017)

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