domingo, 10 de diciembre de 2023

(3) FLORES DE EQUINOCCIO, de Yasujiro Ozu (1958)

 Cambio generacional
De alguna manera u otra el conflicto intergeneracional entre progenitores e hijos ha sido una constante a lo largo de la historia. Dependiendo del contexto cultural los problemas serán de distinta forma y más o menos acuciantes, no obstante, todos los implicados combatirán entre ellos para conseguir sus aspiraciones. 
La película plantea este dilema a través de la rebelión de las hijas ante la voluntad de sus padres de contraer casamiento con una persona elegida por ellos. Los tiempos cambian y las voliciones también. En esa época —sociedad japonesa mediados de los años cincuenta—, desde la juventud, se percibe como injusto que no puedan ser ellas quienes tomen las decisiones de su futuro. La sensación de atropello se acrecienta mucho más cuando no pueden elegir a la persona amada, aquella con la cual tienen que convivir a lo largo de su vida. 
Se puede observar una actitud contradictoria en Wataru Hirayama (Shin Saburi), el padre protagonista. Ya en su discurso inicial hace referencia acerca de los beneficios a la hora de tener libertad en elegir pareja y hace una comparación con su generación, los cuales estaban obligados a cumplir con estas normas consuetudinarias. También su conducta es muy dispar, así, es muy condescendiente con las demás, pero se comporta de manera rígida, firme y severa cuando la circunstancia aparece en su casa. Su amigo, Shukichi Mikami (Chishū Ryū), se encuentra también en la misma tesitura ya que su hija ha escapado de casa. La relación con éste, al que tendrá que ayudar a intentar recuperar a su hija, será crucial para que Wataru recomponga sus criterios preestablecidos acerca de la situación que está atravesando. 
Mientras tanto, la cámara empieza a abordar a los progenitores para extraer de ellos sus pensamientos y sentimientos acerca de la relación con sus hijos, con dicotomías del tipo: ¿es mejor que nuestras hijas sigan la senda de nuestros designios o, por el contrario, es más conveniente que alcancen la felicidad por ellas mismas, a través de sus aciertos y sus errores? Y, como siempre, toda esta reflexión sobre la vida la representa Yasujiro Ozu a la perfección a través de la sencillez de sus encuadres, de sus diálogos, y de su puesta en escena, una naturalidad que podemos disfrutar en cada una de sus obras.

HIGANBANA. 1958. Japón. Color. 118 Min.
Dirección: Yasujiro Ozu
Intérpretes: Shin Saburi, Kinuyo Tanaka, Ineko Arima, Yoshiko Kuga, Keiji Sada, Teiji Takahashi
Guion:  Yasujirō Ozu, Kogo Noda. Historia original: Ton Satomi
Música: Takinori Saito
Fotografía: Yuuharu Atstuta

Críticas de Yasujiro Ozu (clicar en este mismo enlace)

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