Magnífico debut de este dúo barcelonés con un primer disco homónimo que trae consigo una propuesta valiente y arriesgada. Rock psicodélico, folk, progresivo y krautrock se convienen en un álbum repleto de elementos lisérgicos donde la magia caleidoscópica emana a raudales a través de todos sus cortes.
Escuchando “Come with me”, la canción que abre el disco, se adivina la influencia de Syd Barret -tanto en Pink Floyd, como en sus largos en solitario- en el trabajo de la banda. Evocaciones hipnóticas beatlelianas aparecen en “It will be Ok”, un magnífico tema con la acertada voz de Israel Marco. “Mi estricta libertad” recuerda por momentos a Los Planetas por su ritmo pausado y sus recursos vocales, pero es ante todo una bella canción con una constante guitarra de estilo oriental. “Summertime in Sweden” y “Breathing again” son un claro ejemplo de la habilidad de ambos para combinar a la perfección guitarra y percusión. Como dijo Israel Marco en una entrevista: “La clave está en sacar provecho de la limitación de ser dos. A veces llegas más a la esencia de la canción, juegas más con el vacío, el silencio, y es mucho más directo, más crudo”.
“The house” muestra la vertiente más experimental, así como también la inquietante “Grauen”, una especie de interludio surrealista que da paso a “Cuando te canto”, composición conductora al inicio de un sonido dulce, suave e instrumental para, en sus compases finales, transitar hacia un ejercicio vocal -junto al juego sempiterno entre guitarra y percusión- que recuerda a los pioneros Brincos en la óptica más progresiva de su estimable World, Devil & Body.
Sus tres temas finales “To come back”, “Behind” y “Black and White numbers” están tratados por el dúo desde una perspectiva más melódica. Son tres elegantes y bellas armonías que cierran un trabajo sensacional, considerado por este blog como uno de los mejores del año y que atribuye a sus creadores -Israel Marco (guitarra, voz) y Daniel Domínguez (batería, percusión)- la condición de exploradores musicales.
Escuchando “Come with me”, la canción que abre el disco, se adivina la influencia de Syd Barret -tanto en Pink Floyd, como en sus largos en solitario- en el trabajo de la banda. Evocaciones hipnóticas beatlelianas aparecen en “It will be Ok”, un magnífico tema con la acertada voz de Israel Marco. “Mi estricta libertad” recuerda por momentos a Los Planetas por su ritmo pausado y sus recursos vocales, pero es ante todo una bella canción con una constante guitarra de estilo oriental. “Summertime in Sweden” y “Breathing again” son un claro ejemplo de la habilidad de ambos para combinar a la perfección guitarra y percusión. Como dijo Israel Marco en una entrevista: “La clave está en sacar provecho de la limitación de ser dos. A veces llegas más a la esencia de la canción, juegas más con el vacío, el silencio, y es mucho más directo, más crudo”.
“The house” muestra la vertiente más experimental, así como también la inquietante “Grauen”, una especie de interludio surrealista que da paso a “Cuando te canto”, composición conductora al inicio de un sonido dulce, suave e instrumental para, en sus compases finales, transitar hacia un ejercicio vocal -junto al juego sempiterno entre guitarra y percusión- que recuerda a los pioneros Brincos en la óptica más progresiva de su estimable World, Devil & Body.
Sus tres temas finales “To come back”, “Behind” y “Black and White numbers” están tratados por el dúo desde una perspectiva más melódica. Son tres elegantes y bellas armonías que cierran un trabajo sensacional, considerado por este blog como uno de los mejores del año y que atribuye a sus creadores -Israel Marco (guitarra, voz) y Daniel Domínguez (batería, percusión)- la condición de exploradores musicales.
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