domingo, 21 de noviembre de 2021

(4) MAIXABEL, de Icíar Bollaín (2021)

Llorar, sufrir, sanar
Siempre me han parecido muy interesantes los encuentros restaurativos, una herramienta terapéutica y catártica que permite sanar heridas emocionales muy profundas. Su voluntariedad es la espoleta que facilita una potencial “correspondencia” entre víctima y victimario. Estos encuentros nacieron de la voluntad misma de algunos reclusos de la prisión de Nanclares de Oca (Álava) de acercarse a sus víctimas, como parte de su proceso interior de separarse del ejercicio de la violencia ya que, tras un recorrido personal de reflexión y autocrítica sobre las barbaridades que cometieron, necesitaban —de alguna forma— expresar ese sentimiento a las víctimas. Sin embargo, tales reuniones han generado bastante polémica desde su implantación, hecho absolutamente comprensible dado el gran abanico de sensaciones y percepciones que existen dentro del grupo que han sufrido la violencia por parte de la banda armada. Como he comentado, su carácter opcional otorga plena libertad para tomar la decisión final, lo que no es justificable son las trabas que le han puesto a este programa comunicativo únicamente para rentabilizar votos. 
En cuanto al funcionamiento de dicho procedimiento es normal que, como seres humanos, nos hagamos preguntas al respecto: ¿cómo reaccionaríamos delante del asesino que ha matado a un ser querido?, ¿aceptaríamos un encuentro?, ¿seríamos capaces de asumir lo que acontezca en el diálogo?, ¿cómo repercutirá posteriormente tal interrelación? Reflexiones muy estimulantes, pero a la vez incómodas dada la dificultad de sustituir el odio y el rencor por el diálogo. En una entrevista la propia Maixabel Lasa comenta lo siguiente con respecto al arrepentimiento terrorista: “Ahora mismo, yo los considero los mayores deslegitimadores del uso de la violencia, como refleja la película. La convivencia es posible entre los que pensamos de diferente forma. No hace falta utilizar la violencia para conseguir [que se materialicen] tus ideas políticas. De hecho, Bildu está en las instituciones, toca poder y puede transmitir su forma de ver las cosas, usando la palabra”
Icíar Bollaín hace un exquisito tratamiento de estos encuentros a través de la historia de Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jáuregui —político vasco perteneciente al Partido Socialista de Euskadi— asesinado por ETA, siendo una de las pioneras que accedieron a entrevistarse con los componentes de la banda que cometieron asesinatos. La directora afronta todos los prismas desde donde cualquier persona puede mirar. Así, se recoge el punto de vista de todas las víctimas en sus diferentes grados y también de los ejecutores de la violencia. El tacto y la delicadeza de la cámara y del ojo crítico de Iciar está acompañada por una espléndida puesta en escena y por una interpretación conmovedora de Blanca Portillo y Luis Tosar: fantásticos los dos
El resultado en la pantalla es como el mismo encuentro restaurativo; ajeno a cualquier atisbo de enjuiciamiento y cercano a todo intento por alcanzar la empatía. El film tiene un —amplio y acertado— preámbulo antes de llegar a estas confrontaciones: el asesinato, el sufrimiento, el pesar de su hija y de sus amigos, la preparación del atentado, el juicio… Todo muy bien narrado y manteniendo, cosa muy difícil, el punto de inquietud en el espectador. 
La psicología de los personajes es un aspecto muy importante en esta obra. La cámara analiza con profundidad el interior de cada persona que interviene. Sus pensamientos, sus sentimientos, sus propósitos, sus contradicciones y sus cambios. También remarca la voluntad democrática de la pareja Juan María y Maixabel, luchadores por la paz, dialogantes y de mente abierta (fue la misma Maixabel la que propuso que se reconociesen a todas las víctimas de la violencia, ya fuera de ETA, del GAL, la policial…) Los mismos encuentros, su atmósfera y las interpretaciones me parecen absolutamente emotivas y magistrales. Si las secuencias introductorias son de un asombroso realismo, en los careos se convierten en una forma de expresión que retienen y hacen suya la realidad, haciendo partícipes al público asistente. Maixabel, es una oda al perdón y a la reconciliación, es llorar sufrir y, al final, sanar. Muy emotiva, una gran película de Icíar Bollaín que por su calidad y su carácter didático y pedagógico resulta de visión imprescindible.

MAIXABEL. 2021. España. Color. 115 Min.
Dirección: Icíar Bollaín
Intérpretes: Blanca Portillo, Luis Tosar, Urko Olazabal, María Cerezuela, Arantxa Aranguren, Mikel Bustamante, Bruno Sevilla, Jone Laspiur, David Blanka
Guión:  Icíar Bollaín, Isa Campo
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Javier Aguirre Erauso
 
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