domingo, 22 de enero de 2023

(3) JUEGOS PROHIBIDOS (1952), de René Clément

Inocencia perdida
Juegos prohibidos comienza de una manera contundente e impactante. Ya, de inicio, el espectador puede observar la guerra en estado puro. Así, las imágenes muestran su crudeza y su desnudez a través de las bombas que caen indiscriminadamente sobre la población. Con ello, multitud de historias personales y emocionales quedan supeditadas al capricho del azar en forma de blanco de diana de explosivos. 
La película cuenta el relato de una niña que sobrevive a esta barbarie perdiendo a sus padres en el bombardeo. Desde ese preciso instante, sus ojos serán nuestro objetivo de cámara, no solamente desde un punto de vista perceptivo sino también sensitivo. Es como si se abriera una especie de telón para hacer una oda a la imaginería e imaginación infantil, algo así como una fantasía irrepetible al margen de un mundo tan categorizado como es el adulto
 La historia de los dos niños fluye por debajo del drama de la guerra, de la envidia y la necedad. Ambos construyen mundo paralelo, alejado de las contradicciones, maldades y codicias que llevan a la propia destrucción humana. El film, conjugando momentos cómicos y dramáticos, remarca la pérdida de la inocencia al fagocitar la niña tanta miseria, desolación y devastación. 
 A lo largo de la obra se adivina la fortaleza interior de nuestros primeros años que se va resquebrajando a medida que las frustraciones se suceden. 
 En definitiva, un film recomendable con una apariencia sencilla — agradable música a través de la guitarra de Narciso Yepes y bella fotografía en blanco y negro— pero que esconde una gran profundidad.

JEUX INTERDITS. 1952. Francia. Blanco y Negro. 86 Min.
Dirección: René Clément
Intérpretes: Georges Poujouly, Brigitte Fossey, Amédée, Laurence Badie, Madeleine Barbulée, Suzanne Courtal, Lucien Hubert, Jacques Marin, Pierre Merovée, Violette Monnier, Denise Perronne, Fernande Roy, Louis Saintève, André Wasley, Bernard Musson
Guion:  François Boyer, Jean Aurenche, Pierre Bost, René Clément. Novela: François Boyer
Música: Narciso Yepes
Fotografía: Robert Juillard

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