sábado, 18 de enero de 2025

(3) MIDNIGHT COWBOY, de John Schlesinger (1969)

Sueños frustrados
Nuestros sueños —sean los que sean— tienen un objetivo claro y contundente: alcanzar la felicidad o, al menos, tratar de rozarla con la punta de los dedos. Poco importan nuestras circunstancias o los designios que la providencia (si se admite la acepción religiosa) nos haya proporcionado; lo importante es resolver la situación de manera brillante.
Sería injusto categorizar o jerarquizar los sueños: ningún sueño es mejor que otro. En este caso, todos conllevan el mismo nivel de satisfacción, si se culminan, claro. Otra cosa diferente sería la frustración generada cuando nuestras esperanzas se extravían por el camino.
Esta introducción tiene toda la intención de señalar a nuestros protagonistas. Dos personajes marginales que tratan de cumplir sus sueños, chapuceros si queremos, pero sueños, al fin y al cabo. Con un halo quijotesco, el gigoló traumatizado y el estafador de andar por casa se refugian en la amistad, una férrea amistad que marca el ritmo de la historia, siendo, además, el valor —en medio de tanto desperdicio social y emocional— que sobresale en la película.
La narración es, por momentos, totalmente innovadora, utilizando elementos lisérgicos en los constantes flashbacks (la infancia de John Buck). No debemos olvidar tampoco la fantástica interpretación y la mítica canción —Everybody’s Talking, de Harry Nilson— que acompaña a la obra. Gratos resultados fílmicos que contrastan con los sueños frustrados de John Buck y Rico Rizzo, ambos antihéroes, pero valerosos —especialmente— en la amistad.

MIDNIGHT COWBOY. 1969. Estados Unidos. Color. 113 Min.
Dirección: John Schlesinger
IntérpretesDustin Hoffman, Jon Voight, Sylvia Miles, John McGiver, Brenda Vaccaro, Barnard Hughes, Ruth White, Jennifer Salt, Gilman Rankin, Bob Balaban, Georgann Johnson, George Eppersen
Guion: Waldo Salt. Novela: James Leo Herlihy
Música: John Barry. Canción: Harry Nilsson
Fotografía: Adam Holender

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