El hombre de la ceniza
Con la excepción de la primera escena (en la cual, el rostro de la protagonista, Elle, lo dice todo), esta película tiene un inicio con una narrativa convencional. La relación autoritaria de la madre hacia la hija es el motor de lo que vendrá después: algo que el director refleja en la pantalla de una manera bastante perturbadora. La hija, por su parte, arrastra un trauma de esa relación tan tormentosa que, si bien permaneció latente en el pasado, emerge al exterior cuando la madre enferma y, posteriormente, muere.
En la historia, el stop-motion es el medio que canaliza la oscuridad y la profundidad de Elle, quien tiene una personalidad minada por una figura materna que le ha anulado todas sus potencialidades, pero, además, cuando su madre es presa de la debilidad, no sabrá cómo gestionar el dolor y las cicatrices emocionales. Como contrapunto, por medio de la misteriosa niña —una especie de prolongación de su progenitora—, la protagonista se sumerge en una atmósfera desconcertante donde nadie puede discernir si es realidad o ficción.
Es importante apuntar que, aunque despierta interés visual y de contenido, la película presenta algunos altibajos, con una calidad desigual. A veces, cuesta mirar a la pantalla con las escenas sangrientas que muestra. Sin embargo, me quedo con la profundidad emocional que intenta transmitir, concretamente, con el hombre de la ceniza; el malo de la película de animación que Elle, a través de la niña, está creando. Un hombre que personifica toda la toxicidad patológica que vaga en el fondo de sí misma.
En realidad, todos tenemos un hombre de ceniza del que vale la pena huir y olvidar.
STOPMOTION. 2023. Reino Unido. Color. 93 Min.
Dirección: Nicolas Philibert
Intérpretes: Daniel Radcliffe, David Holmes
Guion: Robin King, Robert Morgan
Fotografia: Léo Hinstin
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