viernes, 29 de marzo de 2024

(3) LA BALADA DE NARAYAMA, de Shôhei Imamura (1983)

 La muerte anticipada
Independientemente del estado de salud en el que se encuentren, las gentes de la población nipona deberán obedecer un vetusto mandato: a la edad de setenta años acudirán a la cima de Narayama donde serán abrazados por el Dios de la montaña.  Esta circunstancia podría tener cierto sentido para nuestro pensamiento occidental si el objetivo final fuera alcanzar otro lugar, como por ejemplo, una especie de remanso que significara un espacio y un tiempo para la reflexión ante el advenimiento del ocaso. Sin embargo, cada civilización tiene sus normas consuetudinarias e Immamura retrata aquí —en un contexto remoto— las costumbre y leyes las cuales, intoxicadas por las creencias religiosas, conducen a su población a sacrificios deshumanizadores. 
La película, con una historia y unos hechos duros y despiadados, está repleta de bellos paisajes exteriores y muestra las restricciones comportamentales y la lucha de Orin por dejar los asuntos resueltos antes de marchar hacia la señalada montaña: asuntos familiares, encontrar a una mujer para su hijo y, en definitiva, seguir los designios marcados para cumplir con la tradición.
El director japonés expone, acertadamente, de un modo objetivo, unos hechos de un tiempo y un lugar emplazados en una cercana lejanía pues, en realidad, los rasgos conductuales y psicológicos, de alguna forma, se heredan y arrastran hasta nuestros días. 
Palma de Oro en el festival de Cannes de 1983, un film atemporal que bien vale la pena revisitar.

NARAYAMA BUSHI-KO. 1983. Japón Color. 130 Min.
Dirección:  Shôhei Imamura
Intérpretes: Ken Ogata, Sumiko Sakamoto, Aki Takejo, Tonpei Hidari, Seiji Kurasaki, Kaoru Shimamori, Ryutaro Tatsumi, Junko Takada 
Guion:  Shôhei Imamura. Novela: Shichirô Fukazawa
Música: Shinichirô Ikebe
Fotografía: Masao Tochizawa

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